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Unas manchas color berenjena

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En el Pantone dermatológico, las manchas por las que consulta Juana María son de color berenjena. Y aunque es época de alcachofas, nuestra paciente nos muestra sus lesiones con mirada expectante. Lo más extraño de todo es que no le pican en absoluto, ni siquiera al principio, cuando aparecieron unos 7-8 meses antes. Como que no le molestaban, no había realizado ningún tratamiento, salvo su crema hidratante habitual, aunque la persistencia de las manchas finalmente le hizo consultar a su médico, quien la derivó al dermatólogo.


A la exploración podemos apreciar diversas lesiones maculares eritemato-violáceas, bastante bien definidas, que se localizan predominantemente en la región submamaria, más extensas en la parte derecha, así como en el hombro derecho. Las uñas estaban bien y no tenía lesiones similares en otras localizaciones.

Juana María tenía 56 años, un fototipo IV y una hipercolesterolemia tratada con simvastatina. No tomaba otros medicamentos, salvo paracetamol cuando le dolía la cabeza. Trabajaba en una empresa de limpieza y no relacionaba sus lesiones con ninguna sustancia o prenda de ropa.

De manera que la pelota estaba en nuestro tejado. ¿Tenemos veredicto o necesitamos hacer alguna exploración complementaria? ¿Debemos preocuparnos o nos lo tomamos con calma? ¿Y el tratamiento? La respuesta, el año que viene.

Hoy viajamos a Los Ángeles. Pero sin salir del aeropuerto.

WORLD WAY: The City of LAX from Chris Pritchard on Vimeo.

Lo más visto de 2019 en Dermapixel

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Soy muy consciente de que esta entrada no la lee casi nadie, pero cuando llega fin de año me pueden las ganas de comprobar qué ha sido lo más leído de estos últimos 12 meses. En realidad, esto es un recopilatorio de lo más leído de las entradas publicadas en ese periodo, porque nuestro Top 5 año tras año consiste en algunas entradas ya antiguas que siguen acumulando muchísimas visitas de los lectores. Y como siempre, las entradas publicadas más recientemente juegan con desventaja en este ranking, pero es lo que hay, así que sin más dilación aquí va nuestro Top 5 de 2019:

5. Unos granitos en los codos.
De aquellas entradas que escribes pensando que pasarán desapercibidas y terminan siendo visitadas más de 3.600 veces. Lo llego a saber y busco una foto más chula, pero la dermatitis liquenoide friccional de los codos no se caracteriza precisamente por ser algo espectacular.


4. Una dermatitis que se complica, 8 años de blog y un sorteo.
Aquí la palabra mágica es "sorteo". No falla, nos podemos a sortear cremitas y os volvéis locos. 4.700 visitas. Bueno, eso y que los casos pediátricos os encantan. En este caso, una primoinfección herpética bastante llamativa, coincidiendo además con el 8º aniversario de este blog. Atentos, que no queda nada para tirar la casa por la ventana en nuestro 9º cumpleaños.


3. Virus del papiloma, verrugas y cáncer.
En ocasiones no puedo evitarlo y peco de titulares que invitan al clickbait, pero es algo que está a la orden del día y todo el mundo pregunta por lo mismo, así que era una buena ocasión para hablar del tema. Más de 5.400 visitas.


2. Respuestas comentadas a las preguntas de Dermatología y Cirugía Plástica del MIR 2019.
Hace ya unos cuantos años que nos esforzamos en ofrecer las respuestas a las preguntas relacionadas con la dermatología del examen MIR y este año no iba a ser diferente. Y cada año este post se encuentra en nuestro Top 5. Con 6.500 visitas, este 2019 tuvo sus controversias y dificultades. Esperemos que en 2020 sea más facilito.


1. Verrugas en los genitales: ¿Será el virus del papiloma?
El caso clínico correspondiente a la entrada de las verrugas genitales fue todo un éxito de audiencia, con casi 20.000 visitas acumuladas por el momento. Lamentablemente, si el post de respuesta tiene sólo una quinta parte de visitas, eso quiere decir que 15.000 personas han leído esta entrada y no han podido resolver sus dudas. Se ve que mucha gente lee los casos y no se dan cuenta de que al final siempre está enlazada la respuesta.


Y eso ha sido lo que nos ha deparado el 2019. Esperemos que a lo largo de 2020 podamos seguir con muchos casos más. Feliz Año Nuevo a todos y gracias por seguir ahí.

Y como viene siendo costumbre por estos lares, os dejo con el vídeo de búsquedas de Google de 2019. Spoiler: va de héroes (y heroínas). Y os va a encantar (aún queda esperanza para el 2020).




Liquen plano pigmentado invertido: quizá no es tan raro como dicen

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El liquen plano es el prototipo de las dermatosis liquenoides, con numerosas formas clínicas que en ocasiones se solapan entre ellas: oral, ungueal, actínico, anular, atrófico, hipertrófico, ampolloso, pigmentado, pilar, lineal y ulcerado (y seguro que me dejo alguna). Pues bien, el liquen plano pigmentado invertido (o lichen planus pigmentosus inversus) es una forma clínica supuestamente poco frecuente que se caracteriza precisamente por su localización en grandes pliegues y la pigmentación de las lesiones.

El liquen plano pigmentado fue descrito por primera vez por Bhutani en 1974 en pacientes de fototipo III y IV de la India y Oriente Medio, se caracteriza por la aparición de manchas hiperpigmentadas localizadas predominantemente en áreas fotoexpuestas. Más recientemente, Pock y colaboradores describieron una variante más rara que denominaron liquen plano pigmentado inverso y que afectaba a pacientes de raza caucásica localizándose en áreas intertriginosas. Así, el cuadro clínico consiste en la aparición progresiva de manchas marrones a violáceas bien delimitadas, poco sintomáticas (no suelen picar) que se localizan en los pliegues, sobre todo axilas, pliegues submamarios, inguinales o poplíteos. Sólo en un 10% de los pacientes se observan además lesiones en otras localizaciones sugestivas de liquen plano “clásico”. No suele afectar a los anejos cutáneos ni mucosas y no se asocia a la ingesta de fármacos, infecciones ni neoplasias.

Al igual que el liquen plano clásico, esta forma clínica es el resultado de una citotoxicidad directa contra los queratinocitos basales mediada por linfocitos T.

Los hallazgos dermatoscópicos son bastante curiosos, y se han descrito tres patrones: un patrón café difuso homogéneo (relacionado con la pigmentación en la epidermis), un patrón de puntos (correspondería a la melanofagia) y un patrón mixto.

Un mes más tarde

Aunque no siempre será necesaria la realización de una biopsia, histológicamente el liquen plano pigmentado inverso (LPPI) tiene en común con el liquen plano clásico la vacuolización de la capa basal, pero a diferencia de este, con la presencia de una intensa atrofia epidérmica con ausencia de acantosis. En dermis papilar se suele observar un infiltrado inflamatorio liquenoide que se alterna con áreas de regresión, melanofagia e incontinencia del pigmento. Estos melanófagos en la dermis superficial son los culpables del color marrón-berenjena tan característico de esta entidad (y se diferencia de la dermatosis cenicienta en que en esta, los melanófagos se encuentran en las capas más profundas de la dermis).

El diagnóstico diferencial del LPPI se establece principalmente con el liquen plano pigmentado y con el liquen plano actínico, cuyas lesiones se localizan en áreas fotoexpuestas. En algunos casos también puede plantearse el diagnóstico diferencial con el eritema fijo pigmentario, el intértrigo candidiásico, la acantosis nigricans, toxicodermias liquenoides, dermatitis por contacto o dermatosis cenicienta.

La evolución de la enfermedad puede ser muy variable. Desde casos en los que se ha descrito la resolución espontánea en pocas semanas, hasta casos crónicos resistentes a múltiples tratamientos. Hablando de medidas terapéuticas, se recomienda el tratamiento con corticoides tópicos de mediana potencia durante pocas semanas o inhibidores tópicos de la calcineurina (tacrolimus o pimecrolimus) durante al menos 8-16 semanas, teniendo en cuenta que intentaremos evitar tratamientos muy agresivos, dado que nos encontramos ante un proceso completamente benigno.

A Juana María le realizamos una analítica con virus hepatotropos que fue normal y pese a que indicamos tratamiento con corticoides tópicos de potencia media durante un mes, no vimos ninguna mejoría. Finalmente, dado que las lesiones eran asintomáticas y no estaban en sitios demasiado visibles, decidimos conjuntamente mantener una actitud conservadora y no realizamos otros tratamientos.

Empezamos el año en Leiden. ¡Feliz 2020!

Spotlight Leiden from Arne Wossink on Vimeo.

¿Cómo se quitan estas manchas de la cara?

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Al entrar en la consulta, Enriqueta atacó directamente a nuestra línea de flotación. Sabía que lo que tenía no era nada malo (su médico de familia ya se lo había dicho), pero a ella no le gustaban esas manchas que le iban apareciendo por la cara (y en el resto del cuerpo), así que aprovechó esa visita al dermatólogo por una uña del pie para preguntar qué tenía que hacer para quitárselas.




Enriqueta tenía 70 años, era hipertensa y, aparte de un colesterol algo disparado y su artrosis, no tenía otros antecedentes relevantes ni alergias a medicamentos. Lo de la uña resultó ser una onicodistrofia (aunque tomamos una muestra para cultivo por si acaso), pero ¿qué le decimos de las manchas? ¿Le podemos dar alguna solución? ¿Qué nos depara el futuro para el tratamiento de estas lesiones? El miércoles lo sabremos (yo os pongo la imagen dermatoscópica para que no tengáis ninguna duda del diagnóstico).

Estamos a punto de terminar estas fiestas navideñas, pero no quería dejar pasar la oportunidad de mostraros cómo luce Palma por estas fechas (aquí no quitan las luces hasta San Sebastián). El vídeo es de Juan García.

Palma ilumíname, Timelapse Juan García from Juan Garcia on Vimeo.

Agua oxigenada: todo depende de la concentración

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A estas alturas del blog (y de la vida) seguro que todos habéis diagnosticado correctamente las manchas de Enriqueta como queratosis seborreicas. Si la clínica podía ofrecer dudas, la dermatoscopia lo dejaba muy clarito, con ese patrón cerebriforme tan característico (y si no, os remito al post correspondiente donde hablamos de los hallazgos dermatoscópicos en las queratosis seborreicas).

Y si no voy a escribir sobre queratosis seborreicas, ¿de qué va el post de hoy? Pues esto viene a ser la excusa perfecta para hablar del agua oxigenada o, mejor dicho, del peróxido de hidrógeno y sus efectos en la piel, y es que este artículo de Emily C. Murphy recién publicado en la revista americana me ha llamado la atención y he decidido haceros un resumen (quien se lo quiera leer, aquí os dejo la referencia).

Peróxido de hidrógeno. Imagen: Wikipedia

El peróxido de hidrógeno (H2O2) es lo que se denomina una especie reactiva de oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés) que es capaz de producir un daño oxidativo a lípidos, proteínas y ácidos nucleicos, ya sea directa o indirectamente a través de la formación de radicales hidroxilos. El H2O2 endógeno puede formarse mediante reacciones enzimáticas celulares, y a diferencia del superóxido, el H2O2 es capaz de difundir a través de las membranas celulares y viajar a través de diferentes células o tejidos antes de descomponerse. Las enzimas antioxidantes son particularmente importantes para regular ese H2O2 endógeno, ya que esta molécula cumple un importante rol en nuestra piel, contribuyendo en la función del sistema inmune innato, apoptosis, cicatrización y tono vascular.

Pero es que además la aplicación de H2O2 a niveles suprafisiológicos que van del 1 al 45% tiene múltiples aplicaciones que comentaremos a continuación, además de algunas consideraciones respecto a la seguridad. Resumiendo mucho por si os da pereza seguir leyendo, las concentraciones bajas (1-6%) se utilizan como antimicrobiano en piel íntegra o en heridas, mientras que las concentraciones más altas (10-45%) se aplican en piel intacta, penetrando en el estrato córneo. Pero vamos por partes:


H2O2 1-6%
  • Limpiador y antiséptico. El agua oxigenada (al 3-6%) se ha utilizado a partir de la segunda mitad del siglo XIX para la irrigación de heridas y como desinfectante, ya que tiene actividad frente a bacterias, levaduras, otros hongos y virus. Esta actividad se debe a la producción de radicales hidroxilos que rompen los biofilms y membranas celulares. La liberación de oxígeno a partir de la degradación del peróxido de hidrógeno produce esa efervescencia que todos reconocemos y que contribuye a su efecto antimicrobiano, ya que “limpia” de detritus, pus y sangre, reduciendo la colonización bacteriana. Comparado con los antibióticos, el agua oxigenada (al igual que otros antisépticos), tiene un riesgo muy bajo de resistencias.
  • Cuidado de heridas. Aunque las propiedades beneficiosas del H2O2 endógeno están claras, existen más dudas respecto al uso del agua oxigenada incluso a bajas concentraciones, por su potencial citotoxicidad y corta vida media. Diversos estudios, tanto en animales como en humanos, no mostraron diferencias en la reepitelización de diversas heridas (sin observarse tampoco un efecto negativo). También se ha estudiado su efecto sobre las úlceras venosas (al 1%) mostrando eficacia en diversos estudios comparado con placebo, seguramente por activación de la angiogénesis.
  • Acné. En algunos países, incluido Estados Unidos, existen diversas formulaciones a base de H2O2 que han demostrado eficacia en el tratamiento del acné, similar al adapaleno y superior al peróxido de benzoilo en monoterapia, con buena tolerancia y sin problemas de fotosensibilidad.
  • Cáncer de piel. El peróxido de hidrógeno también se ha investigado como agente fotosensibilizante en terapia fotodinámica, para el tratamiento de las queratosis actínicas y de algunos tipos de carcinomas basocelulares y parece que, junto con el metilaminolevulinato y la luz roja, podría incrementar la eficacia de la terapia fotodinámica. Por otra parte, también se ha evaluado el potencial radiosensibilizante del H2O2 ya que la radioterapia genera radicales libres derivados del oxígeno, aunque no existen suficientes estudios para asegurar una mayor eficacia.

H2O2 25-45%
El peróxido de hidrógeno a concentraciones altas sólo se debe aplicar sobre piel íntegra (y con mucho ojito!), donde actúa como vehículo induciendo un importante estrés oxidativo a través de la epidermis, con apoptosis y/o necrosis. Por este motivo (y de aquí la excusa para escribir sobre ello hoy), se utiliza en el tratamiento de las queratosis seborreicas y se está investigando su uso para tratar queratosis actínicas, aunque el mecanismo de acción no se conoce con exactitud. Parece ser que los queratinocitos “anómalos” de las queratosis seborreicas y actínicas son mucho más sensibles al estrés oxidativo inducido por el H2O2 respecto a los queratinocitos normales, en lo que se conoce como efecto Warburg. Así, parece que el verdadero filón es en que parece que próximamente podremos tratar tópicamente de manera satisfactoria las queratosis seborreicas, que aunque son completamente benignas, constituyen un motivo de consulta y preocupación, aunque sea por consideraciones puramente estéticas en la mayor parte de los casos. Así, la FDA ha aprobado recientemente el peróxido de hidrógeno al 40% con esta indicación (Eskata es el nombre comercial allí), con cifras bastante interesantes de aclaramiento de las lesiones y pocos efectos adversos. Eso sí, al menos en tierras norteamericanas, un aplicador (para tratar entre 7 y 10 queratosis seborreicas) va a costar 200-250$. Veremos si llega a Europa y a qué precio (mientras tanto, me temo que no vale con ponerse agua oxigenada). Como decíamos, el peróxido de hidrógeno también se está investigando en el tratamiento de las queratosis actínicas (a concentración del 25%), aunque los resultados de los estudios son aún preliminares. Lo mismo que para el tratamiento de verrugas vulgares (al 40-45%), de momento con estudios en fase 3.



¿Y qué hay de la seguridad?
Ya hemos comentado que el H2O2 puede ser tóxico para la piel a través de la formación de oxígeno y de daño oxidativo. La aplicación de agua oxigenada al 3-6% en el antebrazo de voluntarios sanos no alteró la concentración de melanina pero sí produjo cambios transitorios en la oxihemoglobina, sugiriendo una posible penetración hasta la dermis (donde se localizan los capilares). El contacto con peróxido de hidrógeno a mayores concentraciones en piel sana, incluso a través de la ropa, puede producir eritema, púrpura , ampollas y necrosis, además de blanqueamiento del pelo. O sea, que tranquilos con el agua oxigenada a bajas concentraciones, pero ojito si la empezamos a utilizar a concentraciones más altas.

Lo dicho, veremos si próximamente llega a Europa el Eskata. Mientras tanto, nos limitamos a tranquilizar a Enriqueta y no le realizamos ningún tratamiento de sus queratosis seborreicas.

Nota: Entrada no patrocinada que sólo obedece a saciar la curiosidad de la autora.
Y con esto y un bizcocho, hasta dentro de dos semanas a las 8. Permitidme unos días de vacaciones, prometo volver el 25 de enero con las pilas cargadas. Adivinad dónde me voy...

MALDIVAS BLUEFORCE 2015 Buceo en Maldivas from 90 Grados Norte on Vimeo.

Unos hongos y unas cabras en Malawi

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En Malawi rural las infecciones por hongos están a la hora del día. No es de extrañar, el que tiene la suerte de poseer un par de cabras, las cuida como el más importante tesoro.
Es lo que nos pasa a nosotros. Desde que conseguimos estas cabritas, los niños toman leche casi a diario. ¡Que tranquilidad! No les perdemos ojo durante el día. Y por la noche, las recogemos bien para que duerman en casa con nosotros. Sin embargo me preocupan los hongos de Precious. Y sospecho si las cabras metidas en casa tendrán que ver.
Ya hace un año que empezó con el problema. Ni las curas tradicionales, de las que el abuelo, que también vive con nosotros, es experto, ni los sanitarios del dispensario médico, se los han podido curar. Ya le han puesto varias cremas. Incluso tomó unas pastillas muy fuertes durante un mes. Aún así, cada vez tiene más hongos.



Parece que Precious el más débil de nuestros hijos. Juega menos que los demás y debe darse más trastazos que sus hermanos, porque siempre tiene heridas. A él parece que todo esto no le importa, no se queja, pero yo le quiero proteger.
Enseñé a los sanitarios los hongos que le están saliendo. Ellos sin embargo se fijaron muchísimo en sus heridas y en sus orejas.

Como habréis podido adivinar, el caso de esta semana no es mío, sino que de nuevo tengo el honor de presentaros a Cristina Galván, quien combina perfectamente los conceptos de dermatología y solidaridad en este maravilloso proyecto que se llama Fundación Emalaikat, en Malawi. El miércoles estaremos aquí de nuevo con la respuesta a este interesante caso que quizá os sorprenderá.

El vídeo de hoy, Malawi, a vista de dron.

Malawi from Above from Rob Harris on Vimeo.

Respuestas comentadas a las preguntas de Dermatología del MIR 2020

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Ya he perdido la cuenta de los años que hace que desde este blog estamos pendientes el día del examen MIR de las preguntas de Dermatología (y también las de Cirugía Plástica) para intentar contestarlas de manera razonada y así disminuir la ansiedad de quienes esperan impacientes las respuestas proporcionadas por el Ministerio. Primero fue desde la iniciativa Proyecto MIR 2.0 y en los últimos años diversos compañeros de lo más variopinto nos organizamos bajo las órdenes de Víctor Quesada en la plataforma CasiMédicos. Este año hemos sido Alejandro Lobato, dermatólogo del Hospital del Mar en Barcelona y una servidora, quienes hemos revisado y corregido las preguntas. Y ya puestos a reivindicar, a ver si en el Ministerio nos leen y tienen a bien mejorar la calidad del cuadernillo de imágenes en lo que se refiere a fotografías médicas, aunque esto creo que es una batalla perdida (me refiero en concreto a la imagen nº10).

El número de las preguntas se corresponde a la Plantilla 0.

5.
Pregunta vinculada a la imagen nº5.



Mujer de 50 años, sin antecedentes de interés, que presenta en la boca (lengua, paladar, mucosa oral) que no han mejorado a pesar de haber realizado múltiples tratamientos tópicos. Las lesiones le dificultan la ingesta y refiere haber perdido 7 kg de peso. En las últimas semanas han aparecido unas lesiones en el tronco y en la exploración se observan varias erosiones y alguna costra. Al frotar alrededor de las erosiones la piel vecina se despega fácilmente. ¿Cuál de los siguientes hallazgos no encontraríamos en esta paciente?
1. Depositos de IgG y C3 en la membrana basal
2. Depositos de IgG y C3 intercelulares
3. Anticuerpos frente a desmogleina 1
4. Anticuerpos frente a desmogleina 3

Las lesiones mucosas y el resto de información clínica aportada en el enunciado hacen pensar con casi total seguridad que nos encontramos ante una paciente con un pénfigo vulgar (aquí os podéis repasar la entrada correspondiente del blog). Hay que fijarse que la pregunta pide por lo que NO nos encontraríamos, así que la respuesta es la (1) que sería lo que hallaríamos en el caso de un penfigoide ampolloso, ya que en el pénfigo vulgar observamos una ampolla intraepidérmica y no subepidérmica.

6.
Pregunta vinculada a la imagen nº 6.



Paciente de 25 años con crisis epilépticas desde hace 1 año, en tratamiento con carbamazepina y fenitoína, que por falta de respuesta se cambió hace dos semanas a lamotrigina. Consulta por lesiones cutáneas que comenzaron hace 24 horas con edema facial, y que posteriormente se generalizaron en forma de rash eritematoso máculopapular. Presenta mal estado general, poliadenopatías y fiebre de 38.5º. En la analítica destaca GOT 230 U/L, GPT 253 U/L, GGT 145 U/L y eosinofilia de 1200/microL. El diagnóstico más probable es:
1. Sarampión
2. Síndrome de DRESS
3. Síndrome de Stevens Johnson
4. Angioedema

La fiebre no nos debe despistar en este caso de toxicodermia grave por lamotrigina, ya que el paciente cumple todos los criterios de DRESS (respuesta 2), denominado así por sus siglas en inglés "Drug Rash with Eosinophilia and Systemic Symptoms", caracterizada por fiebre, exantema, adenopatías, alteraciones hematológicas, eosinofilia y afectación visceral. En un sarampión no esperamos encontrar eosinofilia y el antecedente de la introducción del nuevo antiepiléptico poco tiempo antes es muy sugestivo.

10.
Pregunta vinculada a la imagen nº 10.


Lactante de 25 días que presenta lesiones en la cara desde hace 2 días que se van acentuando. En la exploración se observan máculas eritematosas confluyentes, descamativas, con secreción serosa amarillenta, localizadas en ambas mejillas, surco nasogeniano, orejas y región retroauricular, frente y mentón. Resto de exploración normal. ¿Qué diagnóstico es más probable?
1. Eritema tóxicoalérgico del recién nacido
2. Dermatitis atópica
3. Dermatitis seborreica
4. Impétigo neonatal

Aunque probablemente las lesiones se encuentren impetiginizadas, la localización de las mismas y el hecho de que no haya otro tipo de afectación sugiere una dermatitis seborreica del lactante (respuesta 3). en un impétigo esperaríamos encontrar lesiones más circunscritas y localizadas que se podrían ir extendiendo rápidamente sin tratamiento, aunque de un aspecto similar.

20. 
Pregunta vinculada a la imagen nº20



Mujer de 32 años con antecedentes de epilepsia desde la infancia, retraso mental, angiofibromas faciales y manchas hipomelánicas. Por un cuadro de dolor abdominal se le realiza una tomografía computarizada abdominal donde se aprecian lesiones renales. ¿De qué tipo de lesión se trata y qué enfermedad padece?
1. Quiste renal / poliquistosis renal autosómica dominante.
2. Carcinoma renal de células claras / enfermedad de Von Hippel Lindau.
3. Angiomiolipoma renal / esclerosis tuberosa.
4. Neurofibroma / neurofibromatosis.

Nos están describiendo una esclerosis tuberosa de libro, aún sin tener demasiada idea de interpretar la imagen radiológica aportada (respuesta 3). Los angiofibromas faciales y  las máculas hipopigmentadas son la clave del diagnóstico, así como los síntomas neurológicos en forma de retraso mental.

49.
Hombre de 60 años en tratamiento con carbamazepina por epilepsia y que presenta fiebre (38.8º C), odinofagia, conjuntivitis, lesiones cutáneas parduzcas extendidas en una gran superficie corporal, de aspecto similar a una diana y que se acompañan de desprendimiento epidérmico (superior al 30%) al menor roce. Es muy probable que esté presentando un cuadro clínico de:
1. Urticaria aguda de causa farmacológica
2. Eritema exudativo minor secundario a fármacos
3. Síndrome de Stevens-Johnson farmacológico
4. Necrolisis tóxica epidérmica

Estamos ante un paciente grave, con lesiones en diana y signo de Nikolsky en > 30% de la superficie corporal. Junto con el antecedente del tratamiento con carbamazepina la sospecha será de necrolisis epidérmica tóxica (respuesta 4). En el caso de que el despegamiento epidérmico fuera de menos del 10% entonces estaríamos ante un Stevens-Johnson (y los casos intermedios se habla de overlap, ya que es todo un espectro). Por cierto, recomendaremos ingreso inmediato en una Unidad de Grandes Quemados.

55.
Señale cuál de los siguientes es el colgajo locorregional indicado para la cobertura de un defecto cutáneo de la cara interna de la rodilla:
1. Colgajo de músculo recto abdominal transverso basado en la arteria epigástrica inferior profunda.
2. Colgajo de gastrocnemio medial, basado en la arteria sural media.
3. Colgajo anterolateral de muslo, basado en la rama descendente de la arteria circunfleja femoral lateral.
4. Colgajo radial fasciocutáneo, basado en ramas perforantes de la arteria radial.

A falta de corroborarlo con algún cirujano plástico, la respuesta más plausible parece la (2).

60.
En una paciente menor de edad, todas las infecciones siguientes se deben sospechar como causadas por contacto sexual, una vez que se ha descartado la transmisión perinatal. Solo una de ellas tiene un origen probablemente no sexual en niñas pequeñas. Indique cuál:
1. Neisseria gonorrhoeae faringea
2. Chlamydia trachomatis genital
3. Molluscum contagiosum del área genital
4. Trichomona vaginalis

Aunque al principio del enunciado habla de "paciente menor de edad" luego nos está hablando de "niñas pequeñas". Los moluscos en la zona genital no se consideran de entrada un signo de abuso sexual en población pediátrica, y sí lo son el resto de agentes mencionados. Por tanto, sería la respuesta (3). Otra cosa sería si habláramos de pacientes adultos, como podéis repasar en estaentradadel blog.

167.
Las siguientes características sugieren la presencia de un fenómeno de Raynaud secundario, EXCEPTO:
1. Alteraciones capilaroscópicas.
2. Anticuerpos antinucleares positivos.
3. Edad menor de 20 años.
4. Aparición de lesiones necróticas digitales.

Aquí ya pone en mayúsculas que se pide la característica que NO se espera en un fenómeno de Raynaud secundario. Y como que sí son esperables las alteraciones de la capilaroscopia, los ANA positivos y la necrosis digital, sólo los queda la respuesta (3), que es una característica del tan frecuente fenómeno de Raynaud primario, típico de gente joven entre los 15 y 30 años de edad, como podéis repasar en esteenlace del blog.

Y esto es todo por este año. Hasta el MIR 2021. Os dejo con el vídeo que grabé en Maldivas la semana pasada.



La lepra en pleno siglo XXI

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En el año 1991, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó la resolución relativa a la eliminación de la lepra como problema de salud pública en el año 2000, con una enorme repercusión en el interés de los diferentes países por el control de la enfermedad (ojo porque “eliminación” no quiere decir “erradicación”, sino que implica una reducción en la prevalencia a menos de 1 por cada 10.000 habitantes). Y aquí estamos, celebrando (el último domingo de cada mes de enero) el Día Mundial de la Lepra. Hemos avanzado muchísimo, y si en 1985 había más de 12 millones de personas con lepra en el mundo, en el año 2002 este número descendió a 597.000 según la OMS, y como resultado se llegó a esa prevalencia menor de 1/10.000. Sin embargo, aún a día de hoy existen 15 países en los que la enfermedad es endémica con altas prevalencias, especialmente en Asia, África y Sudamérica (en 1985 eran 122 países) y el 83% de los casos registrados se concentran en sólo 6 países: India, Brasil, Myanmar, Indonesia, Madagascar y Nepal (India cuenta con el 64% de todos los casos a nivel mundial).


Lo positivo de todo esto es que en los últimos años más de 11 millones de personas se han curado de la lepra, en su mayor parte sin secuelas, gracias al tratamiento farmacológico (MDT = multi-drug therapy). Sin embargo, la tasa de detección de casos nuevos sigue creciendo en los países endémicos, seguramente debido a un mejor control de la enfermedad más que por un incremento real en la incidencia.

La lepra o enfermedad de Hansen, una enfermedad (casi) tan vieja como la humanidad misma. Los textos antiguos permiten especular acerca de la descripción de la enfermedad hace miles de años, pero la secuenciación del genoma del bacilo de la lepra ha permitido comprobar su presencia en esqueletos de más de 4000 años. Pero lo peor de la lepra puede no ser la enfermedad en sí, sino que las deformidades y discapacidades que provoca, así como los factores sociales e incluso religiosos asociados a la enfermedad, han hecho que la enfermedad conlleve un estigma para quien la padece y un rechazo social aún no superado.

El microorganismo responsable, Mycobacterium leprae, es un bacilo gram positivo ácido-alcohol resistente y parásito intracelular obligado, con tropismo por los macrófagos y las células de Schwann, que crece y se multiplica preferentemente en las regiones más frías del cuerpo y que nunca ha podido ser cultivado en un medio de cultivo artificial (pero sí en la almohadilla de las patas del ratón y en el armadillo de 9 bandas).

La lepra es una enfermedad muy peculiar, con un amplio rango de presentaciones clínicas (os sonarán las formas tuberculoide, borderline y lepromatosas), clasificadas por Ridley y Jopling. El periodo de incubación varía muchísimo, desde pocos meses hasta la friolera de 30 años, siendo la media de unos 4 años para las formas tuberculoides y 10 años para las lepromatosas. Existe una predominancia masculina en los pacientes postpuberales, con un ratio hombre: mujer de 1,5-2:1 (que parece ser real y no obedecer a un infradiagnóstico en mujeres, aunque éstas se diagnostiquen más tarde en algunos países y se presenten con mayores deformidades).

Una de las cosas más curiosas de esta infección es su baja contagiosidad (si la comparamos con otras enfermedades transmisibles). Los médicos decimos que "de lepra no se contagia el que quiere, sino el que puede". El principal mecanismo de transmisión es mediante aerosoles o secreciones nasales a través de la mucosa respiratoria. Es muy importante remarcar que M. leprae es incapaz de penetrar la piel intacta, en uno u otro sentido, de modo que la infección no se transmite por contacto cutáneo. La convivencia y proximidad es un factor de riesgo importante (las malas condiciones higiénico-sanitarias, el hacinamiento, la desnutrición...). Así, el riesgo relativo de tener lepra es de hasta 8-10 en convivientes para las formas lepromatosas y de 2-4 para las tuberculoides.

Y aunque la inmunidad frente al bacilo depende de la función de las células T, a diferencia de la tuberculosis, la coinfección con el VIH no tiene un efecto importante en el desarrollo clínico de la lepra, siendo las manifestaciones clínicas las típicas independientemente del recuento de CD4 en pacientes VIH.


Se cree que la mayor parte de la población no sería genéticamente susceptible a la infección, y es que los factores genéticos del huésped tendrían un efecto parcial tanto en el desarrollo de la infección como en el patrón clínico de la enfermedad. Algunos polimorfismos en los genes promotores del TNF y de la IL-10, por poner algunos ejemplos, se asociarían al desarrollo de la infección. Al final, todo se resume en la respuesta inmunológica celular y humoral. Así, cuanto mayor es la respuesta mediada por células, las formas clínicas serán las tuberculoides (TT), con expresión de IL-2 e IFN-gamma y menor presencia del bacilo en los tejidos (formas paucibacilares), mientras que a menor respuesta celular (y mayor humoral), las formas clínicas serán las lepromatosas (LL), con expresión de IL-4 e IL-10 y una mayor presencia de M. leprae en los tejidos (formas multibacilares). Entremedias, las formas borderline (BT, BB y BL), las cuales son clínicamente inestables.

¿Y qué hay de la clínica? Pues bien, la lepra afecta la piel, los nervios y los ojos y, en la forma lepromatosa, manifestaciones sistémicas. Los pacientes suelen debutar con lesiones cutáneas, debilidad o entumecimiento producido por lesión de nervios periféricos, o quemaduras o úlceras por anestesia en los miembros. Los pacientes con formas borderline pueden presentarse con reacciones lepromatosas con dolor neuropático, parálisis, lesiones cutáneas, dolor ocular o fiebre.

Manifestaciones cutáneas. Las lesiones más características son máculas y placas, siendo menos frecuentes las pápulas y los nódulos. Son hipopigmentadas en las formas tuberculoides (o eritematosas si el paciente tiene la piel clara), a veces con bordes sobreelevados. En las formas lepromatosas, la infiltración difusa es común. Las formas tuberculoides tienen pocas lesiones, con disminución de la sensibilidad, mientras que en las formas lepromatosas las lesiones suelen ser múltiples y no siempre hipoestésicas.

Daño neurológico. La afectación neurológica se presenta de dos maneras: nervios periféricos y a nivel de las terminaciones nerviosas cutáneas. Los nervios periféricos se ven afectados en los espacios osteo-fibrosos cerca de la superficie, incluyendo en gran nervio auricular (cuello), nervio mediano (muñeca), nervio cubital (codo), nervio radial (muñeca), nervio lateral poplíteo (tibia) y el nervio tibial posterior (maleolo medial). La afectación de estos nervios produce un aumento de grosor, con o sin dolor, y con los consiguientes patrones regionales de pérdida de fuerza y sensibilidad. La afectación de las pequeñas terminaciones cutáneas produce hipoestesia y ahnidrosis en las formas tuberculoides y pérdida de sensibilidad en guante y calcetín en las formas lepromatosas. Existe la forma de lepra neurológica pura, sin lesiones cutáneas, con afectación asimétrica de troncos nerviosos periféricos, que se ve sobre todo en India y Nepal hasta en un 5-10% de los pacientes.

Las manifestaciones sistémicas se ven en las formas lepromatosas y son debidas a la infiltración bacilar que afecta a la mucosa nasal, huesos y testículos (con la consiguiente azoospermia y ginecomastia). La afectación renal y la amiloidosis secundaria son muy raras hoy en día.

Afectación ocular. La ceguera como consecuencia de la lepra es devastadora para un paciente con anestesia en manos y pies. El daño ocular es consecuencia de la afectación neurológica y también por invasión bacilar directa. Un 2,8% de pacientes con formas multibacilares estaban ya ciegos en el momento del diagnóstico (en un estudio relativamente reciente) y el 11% tenían patología ocular. Las lesiones cutáneas en la cara confieren un riesgo 10 veces mayor de afectación del nervio facial. En la forma lepromatosa, el lagoftalmos se observa tardíamente y puede ser bilateral (por la paresia de las ramas zigomática y temporal del nervio facial). Además, la lesión de la rama oftálmica del trigémico provoca anestesia de la córnea y conjuntiva, con ojo seco y riesgo de ulceración.

El diagnóstico de lepra se establece en la presencia de uno o más criterios cardinales:
  1. Máculas o placas hipopigmentadas o eritematosas con disminución de la sensibilidad.
  2. Engrosamiento de nervios periféricos.
  3. Presencia de bacilos ácido-alcohol resistentes en frotis o biopsias.
En Etiopía la utilización de estos criterios diagnósticos tuvo una sensibilidad del 97% con un VPP del 98%. En los pacientes etiopes y de Balgladesh, el 96% y el 91% con formas multibacilares y el 86% y 76% de paucibacilares presentaban engrosamiento de uno o más nervios periféricos. Los frotis cutáneos tienen una alta especificidad, pero baja sensibilidad (hasta un 70% negativos). El gold standard para el diagnóstico es la biopsia, cuando puede realizarse. Todo ello también es importante en la evaluación de pacientes con clínica compatible en países occidentales provenientes de zonas endémicas, ya que la lepra debería considerarse como la principal causa de neuropatía periférica en estos pacientes.

La clasificación de los pacientes siguiendo la escala de Ridley-Jopling sigue siendo útil desde el punto de vista clínico. Las formas borderline-tuberculoides se asocian a daño neurológico rápido y más grave, mientras que las formas lepromatosas se asocian a cronicidad y complicaciones a largo plazo. Las formas borderline son inestables con más reacciones lepromatosas. Existe otra clasificación más simple, que viene determinada por el número de lesiones cutáneas: lesión única, paucibacilar (2-4 placas) y multibacilar (más de 5).

Nos hemos alargado mucho, así que otro día ya hablaremos del tratamiento, que se centra en la combinación de rifampicina, dapsona y clofazimina, desde 1982. Bueno, bonito y barato.

Nos cuenta Cristina Galván que Precious, con una forma típicamente lepromatosa, se encuentra en estos momentos bajo tratamiento y mejorando día a día. Pero aún deben hacerse muchos esfuerzos para que la asistencia sanitaria llegue a zonas recónditas y olvidadas, castigadas por este y otros males.
Hoy nos vamos a la India, para comprobar cómo se intenta luchar contra la enfermedad y el estigma en algunas zonas.

The stigma of leprosy from Silvia Muiña on Vimeo.

Una alopecia con heridas

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Andrea entra a la consulta con cara de preocupación. Lleva un pañuelo en la cabeza para cubrir unas extrañas heridas que empezaron a salirle hace unos 6 meses, sin ninguna causa aparente, con picor y escozor moderados en esa zona. Es diabética, en tratamiento con metformina e insulina, hipertensa (toma hidroclorotiazida) y no ha cambiado la medicación en los últimos años. Lo que más le preocupa es que va perdiendo el pelo de la cabeza a marchas forzadas y no parece que quiera volver a salir. La enfermera del centro de salud le ha ido curando las heridas, que a veces son costras.


Andrea tiene 62 años, demasiado joven para quedarse calva, nos dice, y está muy preocupada. Cuando le preguntamos, no nos explica ninguna otra sintomatología, ni lesiones similares en otras localizaciones. Las mucosas y las uñas son normales, y no recuerda casos remotamente parecidos en ningún familiar. No había realizado ningún tratamiento previamente, salvo las curas de enfermería, que parecían consistir en diversos antibióticos tópicos.

Bueno, es nuestro turno. Porque hoy es un caso complicado y algo tendremos que hacer con Andrea y esa curiosa alopecia. ¿Qué pensáis? ¿Biopsia? ¿Alguna otra prueba que nos pudiese ayudar? ¿Y el tratamiento? El miércoles estaremos por aquí intentando resolver este caso, que ya os adelanto que es difícil.

Hoy aprovechamos para explorar el problema de la crisis climática, desde otra perspectiva. Curioso vídeo, da que pensar.

The Turning Point from Steve Cutts on Vimeo.

Dermatosis pustulosa erosiva del cuero cabelludo: rara y difícil de tratar

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Respirad hondo y repetid conmigo: dermatosis pustulosa erosiva del cuero cabelludo (desde ahora DPECC). Nombre complicado, diagnóstico difícil y tratamiento, en ocasiones, imposible. Vamos, que lo tiene todo para no mencionarla en este blog, habitualmente reservado para patología más “de andar por casa”. Pero como que sé que los retos os gustan, aprovecharé el caso de Andrea para resumir brevemente este reciente artículo de Carlo Tomasini publicado en la Journal American Academy of Dermatology hace algunos meses.

La DPECC es una enfermedad infrecuente y de origen incierto, descrita por primera vez en 1979 por Burton y Pye. Desde su descripción inicial se han publicado en la literatura más de 100 casos, aunque es más frecuente de lo que pueda pensarse a raíz de esas cifras. Este trastorno aparece típicamente en el cuero cabelludo de personas mayores, sobre todo mujeres, en forma de lesiones costrosas más o menos gruesas, de un tono grisáceo o amarillento, recubriendo zonas erosionadas, con pequeñas pústulas, en ocasiones difíciles de apreciar. Esto es lo más frecuente, porque de manera más excepcional puede aparecer en personas jóvenes (incluso en niños) y, para complicarlo aún más, puede afectar otras localizaciones, incluyendo la cara o las extremidades. La enfermedad presenta un curso crónico y progresivo y puede llegar a afectar áreas extensas del cuero cabelludo, dejando una alopecia cicatricial irreversible en su estadio final. Los cultivos suelen ser negativos, y cuando se aísla algún microorganismo, suele corresponder a una colonización secundaria.

A los dos meses de la 1ª visita tras tratamiento tópico

Después de la primera infiltración de corticoides

Es frecuente su asociación con traumatismos locales de carácter mecánico y accidental, o su localización en áreas atróficas o con daño actínico.

Siempre se ha dicho que en esta enfermedad la biopsia es poco específica, aunque esté indicada en todas las alopecias cicatriciales y la ausencia de marcadores de laboratorio específicos hacen que el diagnóstico se realice en base a una estrecha correlación clínico-patológica después de excluir otras condiciones que puedan tener una presentación similar.

Es por ello que este estudio de estos autores italianos a partir de la revisión clínica e histológica de 30 casos de DPECC es bastante interesante (¿veis como no debe ser tan rara como parece?). Se trata, pues, de un estudio retrospectivo descriptivo llevado a cabo a raíz de los casos de DPECC entre 2011 y 2016 en la Unidad de Dermatopatología de la Universidad de Turín. En total, fueron 30 los casos recogidos, de 22 hombres entre 63-89 años de edad (la edad media fue de 76 años) y 8 mujeres entre 69-90 años (81 años de media). ¿Pero no habíamos dicho que era más frecuente en mujeres? Porque esto nos da un ratio hombre: mujer de 2,75:1. El tiempo medio para llegar al diagnóstico fue de 15 meses y en 19 casos las lesiones se concentraban en una única zona, mientras que en el resto afectaban áreas diversas del cuero cabelludo, casi siempre en el vértex.

La enfermedad variaba bastante en cuanto a gravedad, desde formas leves (con lesiones más pequeñas, localizadas y levemente erosivo-costrosas) a placas más difusas, gruesas e incluso hemorrágicas. En 8 pacientes se describió la presencia de pústulas foliculares. En todos los pacientes se observó un grado variable de alopecia cicatricial, que se correlacionó con la duración de la enfermedad. Los síntomas reportados (quemazón o prurito) fueron muy poco frecuentes y los principales diagnósticos iniciales de sospecha fueron carcinoma epidermoide, carcinoma basocelular, queratosis actínicas o enfermedades ampollosas autoinmunes. Sólo en 3 de los 30 pacientes se sospechó de entrada esta entidad.

Como factores predisponentes o precipitantes se recogieron: alopecia androgénica avanzada (en 19 pacientes, 15 hombres y 4 mujeres), así como daño actínico importante en 17 pacientes. En 10 pacientes existía el antecedente de traumatismo previo y en 4, cirugía previa de cáncer de piel no-melanoma en esa zona. Un paciente desarrolló la enfermedad un año después de sufrir un herpes zoster en la zona.

El tratamiento recomendado inicialmente en la mayor parte de los casos fue propionato de clobetasol 0,05% tópico, casi siempre con mejoría inicial. En algunos pacientes no respondedores se pautó prednisona oral y, en todos los pacientes, fotoprotección. En todos los casos la enfermedad recidivó al suspender el tratamiento. Aunque no lo mencionan en esta revisión, existen casos publicados con buena respuesta al sulfato de zinc, dapsona o isotretinoína.

14 meses después de la visita inicial

¿Y qué hay de las biopsias? Pues en 22 de los 30 casos los cambios se consideraron no específicos, incluyendo atrofia de la epidermis o erosión. También se describió hiperplasia epidérmica irregular, hipergranulosis e hiperqueratosis. En algunos casos, espongiosis neutrofílica, formando incluso pequeñas pústulas espongiformes en las aperturas foliculares. Y en las áreas erosionadas, depósitos subespidérmicos de fibrina. Los cambios dérmicos incluyeron tejido de granulación con supuración y hemorragia, con un grado variable de fibrosis y alopecia y un infiltrado inflamatorio mixto con linfocitos, neutrófilos y células plasmáticas. Curiosamente, en 8 de los pacientes sin alopecia de base, se observó un denso infiltrado inflamatorio de neutrófilos y linfocitos alrededor y en el interior del infundíbulo, con pústulas espongiformes. En ningún caso se observaron microorganismos y, cuando se realizaron técnicas de inmunofluorescencia directa, los resultados fueron negativos.

Estos autores concluyen (de acuerdo con otros investigadores) que la DPECC forma parte del espectro de las dermatosis neutrofílicas, un grupo de enfermedades autoinflamatorias, y que la frecuente asociación con traumatismos previos no sería más que un fenómeno de patergia, igual que en el pioderma gangrenoso.

Os preguntaréis qué pasó con Andrea. Después de dos biopsias (la segunda con inmunofluorescencia directa), llegamos a la conclusión de que lo que tenía era una DPECC. Aunque no respondió demasiado bien al tratamiento con corticoides tópicos potentes, sí que nos fue mejor con infiltraciones intralesionales con lo que, al menos de momento (y un año más tarde de la segunda infiltración), parece que conseguimos frenar la actividad de la enfermedad, aunque como era de esperar, con una alopecia cicatricial persistente.

El vídeo de hoy va de burbujas. Eso sí, en supermacro y super slowmotion. Relax total...

Envisioning Chemistry: Bubbling IV (in Super Slow Motion) from Beauty of Science on Vimeo.

Cuando el hígado pica

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Biljana no puede más de picor. Como si no tuviera suficientes problemas de salud, a sus 52 años, con una colitis ulcerosa bastante controlada con sulfasalazina y una colangitis esclerosante primaria que campa a sus anchas y que es lo que le da más quebraderos de cabeza.


Pero lo que le daba mala vida era ese picor insoportable, que de día hacía que se subiera por las paredes y de noche le impedía poder descansar con normalidad. Harta estaba de cambiar sábanas, que cada mañana amanecían ensangrentadas como si se hubiera peleado con un tigre en sueños. Y no había crema hidratante, de aloe vera o incluso de cortisona que no hubiera probado. Los remedios naturales de Internet tampoco habían resultado efectivos, así que su digestóloga hizo una interconsulta a dermatología por si se podía hacer algo más respecto al tratamiento (porque en este caso, el diagnóstico estaba bastante claro). No había otros fármacos sospechosos, el picor llevaba ya más de 6 meses e iba in crescendo y, aparte de las heridas que se hacía al rascarse, en el tronco y en las extremidades, no se observaban otras lesiones primarias (ni pápulas, ni ampollas, ni vesículas ni nada de nada que no fueran excoriaciones).

Así que hoy no pedimos un diagnóstico (a no ser que tengáis alguna otra hipótesis), sino un tratamiento para Biljana. Nosotros intentaremos aportar alguna idea, pero no será hasta el miércoles.

Hace tiempo que no pongo ningún vídeo de Islandia, así que aquí va. Ya sabéis: pantalla completa, sonido y relax. Son sólo tres minutos.

ICELAND from Hyte Photography on Vimeo.

Prurito colestásico: cuando la piel no es el problema

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El prurito es un síntoma que puede llegar a ser más que molesto y que experimentan, en mayor o menor medida, más del 80% de pacientes con enfermedad hepática colestásica (lo que incluye, entre otras, la colangitis biliar primaria, la colangitis esclerosante primaria y la colestasis intrahepática del embarazo), y a diferencia de otras enfermedades, como la urticaria, en la que el mediador principal del prurito es la histamina, en el caso del prurito colestásico el problema es multifactorial y su tratamiento, mucho más problemático.

En realidad a la piel no le pasa nada, así que no encontraremos ningún rash primario ni lesiones elementales primarias, sino que los pacientes vendrán con lesiones secundarias al rascado, en un intento, casi siempre infructuoso, de aliviar el picor. Y aunque podemos subestimar el problema, si preguntamos a los pacientes que lo sufren nos dirán que es uno de los síntomas, si no el que más, que más les afecta en su calidad de vida. Ese prurito refractario e incoercible se puede llegar a presentar en un 5-10% de los pacientes con enfermedad colestásica y puede conllevar deprivación del sueño y, en los casos más graves, sintomatología depresiva.

Como que es un tema complejo, he aprovechado una reciente revisión de Patel (diciembre 2019) de la revista americana de dermatología sobre esta entidad (aquí os dejo la referencia).

Cada vez parece más claro que en la patogénesis del prurito colestásico se impone un modelo que incluye múltiples mediadores, como los ácidos biliares, el ácido lisofosfatídico (LPA), opioides endógenos e incluso derivados de la progesterona, aunque los niveles de todos esos factores no han conseguido correlacionarse con la severidad de los síntomas, lo que sugiere una interrelación compleja entre los diferentes pruritógenos. Y la pobre histamina es la que menos pinta en esta película (y por eso los antihistamínicos no funcionan en estos pacientes).

Imagen: Wikimedia Commons

Los ácidos biliares constituyen el principal componente de la bilis y son, por tanto, los candidatos más claros en esta entidad. Durante la colestasis los ácidos biliares difunden en la circulación sistémica y también en la piel, y aunque los tratamientos dirigidos a disminuirlos pueden ser efectivos, los ácidos biliares séricos no siempre se encuentran elevados en el prurito colestásico. Elácido lisofosfatídico (LPA) es otro “sospechoso habitual” y la investigación sobre la autotaxina (ATX), una enzima que produce la mayor parte del LPA, apoya la hipótesis de que el eje de señalización ATX-LPA contribuye al prurito en estos pacientes. La elevación sérica de ATX es específica del prurito colestásico y no se observa en el prurito provocado por otras patologías. Los opioides endógenos son otros agentes implicados, aunque el mecanismo no termina de estar del todo claro. Tampoco está claro el papel de la bilirrubina, aunque la ictericia es un potente marcador de prurito colestásico.

Quizá algo más interesante (y práctico) son las diferentes alternativas terapéuticas en estos pacientes, ya que el tratamiento del prurito colestásico supone todo un reto. Vamos a irlos repasando, así como la evidencia de los diferentes tratamientos que aparecen publicados en la literatura:

  • Colestiramina. A día de hoy sigue siendo la primera línea de tratamiento en el prurito colestásico, ya que une y secuestra las sales biliares, con una eficacia que se ha demostrado en el 75% de los pacientes en series de casos-controles, aunque estos datos son menos consistentes cuando se realizan metaanálisis. Se utilizan dosis 4-12 g/d. Los efectos adversos incluyen síntomas gastrointestinales, como alteración del ritmo deposicional y distensión abdominal.
  • Rifampicina. Este antibiótico constituye la segunda línea de tratamiento y se recomienda cuando la colestiramina está contraindicada o no es suficientemente eficaz. Es un agonista del pregnano X y reduce la ATX, lo que conduce a una disminución de la formación de LPA. Diferentes estudios han demostrado la eficacia con 300-600 mg/d de rifampicina, con un 77% de resolución de los síntomas y un alivio parcial en otro 20%. Claro que el tratamiento prolongado puede incrementar el riesgo de hepatotoxicidad (13% de los pacientes que lo tomaron más de 2 meses). Otros efectos adversos incluyen nefrotoxicidad, hemólisis y coloración anaranjada de los fluidos corporales (hay que advertir al paciente de que va a orinar algo parecido a la Fanta naranja).
  • Antagonistas opioides. Que salga en tercer lugar, no quiere decir que sea la tercera alternativa. Y es que tanto la naltrexona (50 mg/d vo) como la naloxona (2 mg en bolus iv) pueden ser alternativas terapéuticas para aliviar el prurito en muchos de estos pacientes. Sin embargo, sus frecuentes efectos adversos (que recuerdan al síndrome de deprivación de opiáceos) y dificultad de prescripción hacen que sean una alternativa a tener en cuenta sólo en casos muy seleccionados. Aún recuerdo cuando, siendo yo residente, mi adjunto se lo prescribió a una mujer y nos explicaba que desde que tomaba el tratamiento se tenía que levantar de madrugada y se ponía a planchar como si no hubiera un mañana.
  • Sertralina. Este inhibidor de la recaptación de serotonina no sólo se utiliza como antidepresivo, sino que también puede ser útil en aquellas enfermedades que cursan con prurito y en los que la vía de la serotonina se encuentra alterada. Así, independientemente de su efecto antidepresivo como tal, un estudio reportó una mejoría de los síntomas en el 91% de los pacientes con prurito de esa etiología a dosis de 75-100 mg/d. El perfil de efectos adversos es, en general, favorable, aunque hay que tener en cuenta que puede ocasionar vértigo, insomnio, náuseas y otros síntomas gastrointestinales.
  • Fototerapia. Seguramente, uno de los tratamientos más utilizados, por su excelente perfil de seguridad, siempre y cuando dispongamos del tratamiento en nuestro centro y el paciente pueda acudir a las sesiones (digamos que tiene más dificultades logísticas que otra cosa). Aunque hay pocos estudios (o los que hay son con pocos pacientes), con una media de 23 sesiones (3 veces por semana) a lo largo de 8 semanas, el 92% de los pacientes experimentaron mejoría de su prurito.
  • Dronabinol. Es un cannabinoide, indicado para la espasticidad de la esclerosis múltiple, que se ha probado con éxito en algunos pacientes en los que todos los tratamientos anteriores habían fracasado, aunque es un uso fuera de indicación, con las dificultades que conlleva su prescripción.
  • Diálisis con albúmina. Es un tratamiento relativamente invasivo, pero que puede proporcionar alivio en estos pacientes al unirse y “secuestrar” los agentes pruritógenos, como ácidos biliares y bilirrubina. En una cohorte prospectiva se demostró un alivio de la clínica en el 95% de los pacientes, y el 75% de los mismos lo consiguió con un solo tratamiento. Las cifras de plaquetas y hemoglobina pueden disminuir temporalmente después del tratamiento, aunque en un mes se recuperan sin mayores consecuencias.
  • Plasmaféresis. Siguiendo el mismo planteamiento que en el tratamiento anterior, la idea es la de eliminar los pruritógenos sistémicos, pero es un método mucho más invasivo que debería reservarse para casos más extremos.
  • Drenaje naso-biliar. La idea es la de reducir los niveles séricos de ATX mediante la colocación endoscópica de un catéter nasobiliar en el tracto biliar durante la colangiopancreatografía endoscópica, permitiendo que la bilis drene por la nariz. Aunque en el 90% los pacientes experimentaron mejoría del prurito, el alivio fue temporal, y el efecto adverso más temido, la pancreatitis, se produjo en un 31% de los pacientes.
  • Hemoperfusión con carbón activado. Es algo similar a la diálisis y, por tanto, un tratamiento invasivo, que puede aliviar los síntomas de manera temporal en el 69% de los pacientes, aunque con efectos adversos que pueden ser importantes.
  • Fibratos. El tratamiento con fibratos (400 mg/d) ha demostrado tener un efecto antipruriginoso en estos pacientes, aunque el mecanismo de acción es desconocido. En una cohorte prospectiva la mejoría se observó en el 98% de los participantes, aunque el alivio fue temporal.
  • Inhibidores de IBAT (transportador ileal de ácidos biliares). Por último, la actuación sobre esta vía se está estudiando para el tratamiento del prurito colestásico (45-90 mg dos veces al día), ya que reduce la circulación enterohepática de ácidos biliares y se correlaciona con la disminución de la actividad de la ATX. La diarrea es el principal efecto adverso, que experimentan uno de cada tres pacientes y que puede ser bastante limitante.

En resumen, que el prurito colestásico puede ser muy complicado de tratar, pero no por ello debemos tirar la toalla con estos pacientes, ya que disponemos de una cierta evidencia con un amplio abanico de tratamientos que pueden ayudar a nuestros pacientes a mejorar su calidad de vida. En el caso de Biljana le propusimos tratamiento con fototerapia con UVB de banda estrecha y después de 8 sesiones empezó a mejorar considerablemente. A los 4 meses suspendimos el tratamiento y, aunque el prurito recidivó al cabo de un tiempo, pudimos realizar tandas de fototerapia y la paciente está satisfecha y sin otros contratiempos. El vídeo de hoy sólo podía ser esta canción de Juan Luis Guerra.


Saque la lengua

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Lola no pasaba por su mejor momento. No es que no tuviera otros problemas a sus 68 años: la artrosis, la tensión alta y el glaucoma, pero a todo eso ya se había acostumbrado y, menos de los huesos, tomaba sus medicamentos y lo llevaba bien. Pero lo de la boca le estaba fastidiando de verdad. Hacía ya más de 5 meses que empezaron esas “pupas” en la lengua y dentro de la boca y no se curaban pese a que su médico le había recetado todos los tratamientos para hongos que había en la farmacia (geles para ponerse e incluso pastillas). Los productos que anunciaban en la tele para aliviar las aftas tampoco le habían funcionado. El problema era el dolor, que no se aliviaba con nada y que le impedía comer con normalidad. Incluso comerse un puré o una sopa era una tortura. No digamos ya un zumo de naranja o de piña (hacía meses que no probaba nada ácido). Desde que empezó todo había perdido 8 kg y como que le dolía tanto, ni siquiera le apetecía pensar en comida.


Así que finalmente su médico le pidió cita con el dermatólogo, que dicho sea de paso, no creía que le solucionara su problema, porque a ella en la piel no le pasaba nada. Pero hay que hacer caso a los médicos, así que allí estaba, sacándole la lengua a esa mujer armada con la linterna del móvil y un depresor lingual. Nosotros pudimos observar que las lesiones no se encontraban sólo en el dorso de la lengua, sino que también ambas mucosas yugales, encías y labios se encontraban afectos.


¿Y ahora qué hacemos? ¿Pedimos alguna prueba o vamos directos al tratamiento? Porque algo habrá que hacer con la pobre Lola, que ya tiene ganas de echarle un poco de vinagre a la ensalada.

El miércoles volveremos con la respuesta al caso de esta semana. Hoy nos vamos a la cocina en este stop motion tan curioso.


Liquen plano oral erosivo: un reto diagnóstico y terapéutico

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Aunque lo que más llamaba la atención en la boca de Lola eran esas lesiones erosivas tan dolorosas, si nos fijábamos bien podíamos ver un retículo blanquecino en la lengua y en los labios que ya nos hacía sospechar un liquen plano. Pero en estos casos, por la gravedad del cuadro y para una correcta indicación del tratamiento de entrada, mejor asegurarse, así que le realizamos biopsias, también con estudio de inmunofluorescencia directa y pedimos analítica con anticuerpos anti-epiteliales y unas serologías de virus hepatotropos. Con todo ello, pudimos realizar el diagnóstico de liquen plano, así que nuestro siguiente problema sería cómo resolverlo.

No es la primera vez que hablamos en este blog de liquen plano oral, aunque hace ya casi 5 años y nos centramos entonces en la variante reticulada, que es la más frecuente y más sencilla de manejar. Para la entrada de hoy nos hemos revisado este artículo de M. S. Alraschdan publicado en 2016 en Arch Dermatol Research, donde explica que la variante oral del liquen plano es una enfermedad inflamatoria crónica de la mucosa oral que suele cursar con exacerbaciones y remisiones y que, a diferencia del liquen plano con afectación cutánea, que por mucho que pique suele tener un curso autolimitado, en el caso de que afecte a la boca tiende a ser un problema crónico que puede conllevar una gran morbilidad. Además, puede afectar al esófago, siendo una causa de disfagia.

A los dos meses, tras tratamiento con corticoide tópico

La prevalencia estimada en la población adulta es del 0,5-2%, con un ratio mujer/ hombre de 2 a 1 y una edad de presentación que oscila entre los 30 y los 60 años (aunque existen casos descritos en niños). La afectación genital y cutánea concomitante se presenta en el 20 y 15% de los casos respectivamente, mientras que cuando tenemos un liquen plano cutáneo, si exploramos la boca la encontraremos afectada en más del 70% de los casos.

Como (casi) siempre, la etiología exacta se desconoce, aunque se han descrito algunos factores predisponentes que pueden jugar un rol importante en la patogénesis de esta enfermedad. Puede haber factores genéticos implicados (como polimorfismos genéticos de algunas citoquinas), factores psicológicos (los pacientes con liquen plano oral muestran niveles mayores de ansiedad y depresión respecto a los controles sanos, aunque hay quien discute si fue primero la gallina o el huevo, claro), traumatismos (a modo de fenómeno de Köebner), etc. Además se han descrito algunas asociaciones a enfermedades sistémicas, sobre todo al virus de la hepatitis C (VHC), siendo esta asociación más fuerte en países mediterráneos OR 5.5, 95% CI 3.5-9.4) y más anecdótica en el norte de Europa y Reino Unido. La asociación que algunos autores proponen con hipertensión, diabetes mellitus y disfunción tiroidea está más discutida. Otra cosa es hablar de reacciones liquenoides orales (en contraposición al liquen plano idiopático), que se han descrito en asociación a materiales dentales (amalgamas, composite, materiales acrílicos, …) y medicaciones sistémicas (beta-bloqueantes, IECAs, antidiabéticos orales, fenotiazina, AINEs, dapsona, antimaláricos, sales de oro, sulfonilureas, peniciliamina, etc.).

Tras 5 meses de tratamiento con acitretina oral

Desde el punto de vista clínico, existen 6 subtipos de liquen plano oral, que pueden presentarse solos o combinados entre ellos: reticular, en placa, atrófico, erosivo, papular y ampolloso. De todas ellas, la forma más frecuente es la reticular, que además es la más sencilla de diagnosticar, y que no suele precisar de una biopsia confirmatoria. El resto de formas clínicas, en ausencia del típico reticulado, constituyen todo un reto diagnóstico y suelen requerir de la toma de una o varias biopsias. Las formas erosivas se pueden presentar en forma de eritema y ulceración con la formación de pseudomembranas. Lo más frecuente es que se distribuya simétricamente en las mucosas yugales, pero también en la lengua, encías y labios. La afectación del paladar y del techo de la boca son infrecuentes.

Los síntomas que provoca pueden ser muy variables, incluso ser una enfermedad asintomática (sobre todo en las formas reticulares). En otros casos, los pacientes pueden referir molestias que van desde una simple sensación de “rugosidad” de la mucosa, molestias al comer alimentos ácidos o picantes o sensaciones de dolor intenso. Se calcula que dos tercios de los pacientes con liquen plano oral van a experimentar un grado más o menos importante de disconfort.

Esta enfermedad suele experimentar periodos de exacerbaciones que se alternan con otros de quiescencia. Hay que tener en cuenta que algunos factores pueden actuar como precipitantes, siendo uno de los principales los traumatismos que pueden provocar prótesis dentales. La acumulación de placas dentales y sarro también puede empeorar el cuadro, así que controlar la enfermedad periodontal puede ayudar a estos pacientes.

El tratamiento suele limitarse a las formas atróficas, erosivas o sintomáticas. Haremos una historia cuidadosa, atendiendo especialmente a los fármacos que toma el paciente por si podemos encontrar algún “sospechoso habitual”, insistiremos en evitar roces o traumatismos a ese nivel y en establecer un programa óptimo de higiene dental, que será especialmente importante en aquellos pacientes con afectación gingival.

A los 3 meses de suspender el tratamiento sistémico

Si es posible, indicaremos tratamientos tópicos, que tienen un mejor perfil beneficio/ riesgo, siendo los más indicados los corticoides tópicos, que pueden pautarse en excipientes adhesivos orales o incluso en colutorios, y estaremos atentos a que no se desarrolle una candidiasis oral, que incluso puede prevenirse con enjuagues de nistatina. Otro tratamiento tópico que puede indicarse cuando los corticoides no son suficientes son los inhibidores de la calcineurina (tacrolimus, ciclosporina), que pueden ser eficaces en algunos pacientes.

Poca evidencia encontraremos con los tratamientos sistémicos, aunque en ocasiones no quedará más remedio que recurrir a ellos, en las formas más graves e invalidantes. Los corticoides orales, el micofenolato mofetilo, retinoides orales, ciclosporina, azatioprina o metotrexato pueden ser útiles en estos casos.

Pero una de las controversias más interesantes en esta enfermedad es su potencial de malignización, que conlleva una serie de recomendaciones de seguimiento en estos pacientes. Y es que desde el primer caso reportado de transformación maligna de liquen plano oral en 1910, varios estudios han intentado confirmar o desmentir esa asociación. La mayor parte de autores se mueven en un rango de 0,4-5% en periodos de observación que van desde los 6 meses a los 20 años (con una tasa anual del 0,2-0,5%). Sin embargo, otros estudios más serios con seguimiento de más de 2 años muestran que, con criterios más estrictos, la tasa de malignización sería del 0 al 2%. Para intentar determinar qué pacientes se beneficiarían de un seguimiento más estricto se han propuesto una serie de factores de riesgo, que incluirían: las formas erosivas y ulcerativas, las lesiones de localización lingual, candidiasis oral, el género femenino y la 6ª-7ª décadas de la vida. El intervalo entre el diagnóstico de liquen plano oral y cáncer oral varía muchísimo, entre los 20 meses y los 10 años, aunque lo más habitual es entre 3-6 años después del diagnóstico.

Os preguntaréis qué pasó con Lola. Pues bien, después de intentar sin demasiado éxito los corticoides tópicos, le pautamos tratamiento con acitretina oral, que fue bien tolerada y que de manera progresiva consiguió la remisión de las lesiones ulceradas. Al cabo de 6 meses pudimos suspender el tratamiento y de momento no ha vuelto a presentar ulceración, aunque sigue con molestias, mucho mejor toleradas (al menos ahora ya puede comer de una manera más normal).

Por cierto, mañana este blog cumple 9 años. Parece que fue ayer cuando comenzó todo, y de momento seguimos con ilusión, en gran parte gracias a vosotros. Así que adelante y a pensar en el 10º aniversario.



Hoy ha sido un poco denso, así que nos vamos a París. El sábado volveremos por aquí con un nuevo caso.

Crossing Paris from Victor Cavaillole on Vimeo.

Un poco más que un grano

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Juan Antonio tiene sólo 15 años, pero ya es un experto en granos. No los típicos granos que les salen en la cara a sus compañeros de clase, sino granos “de verdad”, de los que se hacen enormes en dos días y terminan explotando (a veces solos, a veces con un poco de “ayuda”) en un festival de pus que, aunque un poco asqueroso, hace que dejen de doler y se desinflamen, habitualmente sin dejar demasiada marca.


En el último año le habían salido al menos 8 ó 9 granos de esos, en diferentes partes del cuerpo, habitualmente en el dorso de los antebrazos, muslos, piernas, abdomen… normalmente en solitario, a veces dos a la vez, pero esta era la primera vez que le salía en la cara, así que sus padres le llevaron al hospital, y de ahí a la consulta de dermatología. Las otras veces había recibido diversas tandas de antibiótico, casi siempre amoxicilina-clavulánico, a veces cloxacilina. Nunca había tenido fiebre ni otra molestia que no fuera el dolor en la zona inflamada.

La lesión medía unos 4 cm, con una costra amarillenta superficial, fluctuante, eritematosa y dolorosa a la presión.

Juan Antonio no tenía ninguna otra enfermedad, ni antecedentes de atopia, ni alergias a ningún medicamento. No practicaba ningún deporte y le encantaba tocar la guitarra. No había animales en casa ni nadie con nada parecido. Hacía 3 días que su médico le había recetado cloxacilina (10 días más tarde de que empezara a notar el “grano” de la cara) y por lo demás se encontraba bien. En esta ocasión no tenía ninguna otra lesión similar en otras localizaciones.

¿Qué hacemos con Juan Antonio? ¿Por qué narices le salen tantos granos? ¿Habrá que cambiar el antibiótico? ¿Hacemos algo más? El miércoles volveremos por aquí para intentar aclararlo (sé que os lo he puesto como caso pediátrico y el "niño" tiene 15 años, permitidme esta licencia poética).

¿Os gustan los tiburones? A mí sí, pero para ver tantos grises juntos se ve que hay que irse hasta la Polinesia francesa.

Schooling sharks in the South Pass of Fakarava (Tumakohua), French Polynesia from Eric Cheng on Vimeo.

Abscesos recurrentes por SAMR en niños: Se pueden prevenir

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La piel (y sus anejos) constituyen la barrera estructural de defensa más importante del organismo frente a agentes externos, existiendo un constante equilibrio entre los microorganismos y el huésped, de modo que si ese equilibrio desaparece se favorece el desarrollo de infecciones. La integridad de esa barrera cutánea es el elemento más importante (por eso los niños atópicos tienen más propensión a infecciones cutáneas de cualquier tipo), así como la virulencia de los microorganismos que, eventualmente, pueden colonizar de manera transitoria la piel. Además, otros factores pueden alterar aún más ese equilibrio, como la humedad ambiental, temperatura, una inmunosupresión u otras enfermedades y el uso de antibióticos. Pero hoy vamos a hablar de niños sanos y revisaremos este interesante artículo sobre infecciones bacterianas de J. Saavedra Lozano, infectólogo pediátrico del Hospital Gregorio Marañón.

Sin entrar en patologías concretas y de modo genérico, podemos afirmar que las bacterias más relevantes implicadas en infecciones cutáneas son Staphylococcus aureus y Streptococcus pyogenes. Remarcar que en los últimos años se ha descrito un aumento de la incidencia de las infecciones de piel y partes blandas por S. aureus meticilin resistente adquiridas en la comunidad (SAMR-C), especialmente en población pediátrica sin otros factores de riesgo. Si revisamos la literatura veremos que esto es especialmente relevante en Estados Unidos, mientras que en Europa (y en nuestro país) no es tan frecuente. A diferencia del SAMR nosocomial, el SAMR-C es sensible a ciertos antibióticos no beta-lactámicos, como macrólidos, clindamicina, cotrimoxazol, quinolonas y tetraciclinas. Además, las infecciones producidas por SAMR-C podrían tener un mayor potencial de gravedad en relación a la producción de la toxina leucocidina de Panton-Valentine, que favorece la aparición de lesiones necróticas y destrucción tisular.

Tras drenaje de la lesión, el mismo día

Pero volvamos al caso de Juan Antonio, quien tenía un hermoso absceso en la mejilla izquierda. Ya sabemos que un absceso no es más que una colección de pus localizada, secundaria a necrosis del tejido por una infección previa y que se manifiesta en forma de un nódulo firme, eritematoso y doloroso que termina fluctuando, habitualmente con poca o ninguna clínica sistémica. La bacteria implicada más frecuentemente es, cómo no, S. aureus, siendo el único aislamiento en el 25% de los casos en que realizamos cultivo. Otros microorganismos implicados frecuentemente son S. pyogenes, anaerobios y enterobacterias (sobre todo en lesiones perianales o periorales).

No he encontrado demasiados estudios descriptivos al respecto de nuestro país, pero en este americano de 2012 sobre los abscesos en un departamento de urgencias de pediatría, en un periodo de 6 meses recogieron 318 abscesos en 308 pacientes, siendo la edad media de 7 años, con una distribución por sexos similar. Un 14% de los pacientes tuvieron más de un absceso en el mismo momento. Sólo en el 8% de los pacientes se objetivó fiebre de > 38ºC en el momento de la asistencia en urgencias. Respecto a la localización, los niños menores de 2 años tuvieron significativamente más lesiones localizadas en las nalgas respecto a los más mayores. Como ya hemos comentado, la proporción de aislamientos de SAMR en Estados Unidos es mucho más elevada que en Europa y, por tanto, no comparable.

El diagnóstico de la mayor parte de esas lesiones es clínico, aunque en algunos casos puede estar indicada la realización de pruebas complementarias, como una ecografía cutánea (si disponemos de ella) o estudios microbiológicos en lesiones recidivantes, múltiples o acompañadas de sintomatología sistémica. Respecto a la toma de muestras, siempre se prefiere si es posible, remitir a microbiología el material del interior del absceso en una jeringa estéril tras asepsia de la superficie de la lesión para evitar contaminación por flora comensal.

El tratamiento recomendado (en un absceso no complicado) es la incisión y el drenaje del material purulento, siendo controvertido (aunque una práctica habitual) el tratamiento antibiótico sistémico, que sí parece apropiado en el caso de niños más pequeños, afectación del estado general, celulitis asociada o inmunosupresión, y que debería mantenerse 7-10 días en los casos no complicados, cubriendo S. aureus en los tratamientos empíricos en los que no dispongamos de cultivo.

En el caso de Juan Antonio realizamos incisión y drenaje y el cultivo confirmó un SAMR-C. No había tenido contacto con ningún paciente ingresado y tampoco en el entorno familiar. Dado que los abscesos eran recurrentes en diversas localizaciones, tomamos muestras en las fosas nasales, axilas e ingles, confirmándose el estado de portador nasal, por lo que indicamos tratamiento con mupirocina en esa localización. Ha pasado más de un año y no ha vuelto a presentar más abscesos.

El vídeo de hoy es de la Catedral de Palma. Cada 2 de febrero (2/2) y 11 de noviembre (11/11) se produce este curioso fenómeno cuando a las 8 de la mañana la luz del sol incide en el rosetón de la catedral, un fabuloso juego de luces y color conocido como "El Vuit" (el 8). Si veis el vídeo, grabado este año por Rafael Sollo, entenderéis por qué.

EL VUIT DE LA SEU 2020 from Rafel Sollo on Vimeo.

Una queratosis seborreica un poco rara

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Feliciano tenía muchas manchas y otras muchas preocupaciones (con sus problemas de azúcar y de corazón -ya llevaba dos infartos- ya tenía bastante). Pero sus hijas le convencieron para que fuera a su médico a una revisión de la piel, y finalmente su médico de familia nos lo derivó para que descartáramos que no hubiera nada raro.


La verdad es que Feliciano estaba lleno de queratosis seborreicas, aunque ninguna le molestaba especialmente, sobre todo en la cara, cuero cabelludo y en la espalda. A sus 78 años era normal, más aún si, como nos explicó, su madre, en paz descanse, también estaba llenita de esas manchas. También tenía bastantes angiomas capilares (o puntos rubí), sin ninguna importancia. Sin embargo, una mancha nos llamó la atención. Era más oscura que las otras, aunque Feliciano no se había fijado en si era nueva o le había cambiado. Era una placa en la región frontal izquierda, pigmentada y asimétrica, y cuando pusimos el dermatoscopio, algo nos llamó la atención.

Imagen dermatoscópica

El resto de exploración fue normal, así que os dejo dándole vueltas a esa lesión de la sien, con su imagen dermatoscópica. ¿Qué os parece? ¿Buena o mala? ¿La dejamos o la quitamos? ¿Qué le decimos a Federico? El miércoles intentaremos responder a todas esas cuestiones. Pero antes, nos vamos a Atenas, con este fabuloso vídeo.

The Essence of Athens (4k - Time lapse -Tilt Shift) from Joerg Daiber on Vimeo.

Tumor de colisión: un choque de trenes en la piel

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La colisión de tumores cutáneos es un fenómeno relativamente poco frecuente que puede ser complicado de sospechar en la práctica diaria (Voyd y Rapini encontraron 69 casos tras revisar la friolera de 40.000 biopsias) y se produce por la combinación témporo-espacial de dos o más tipos de tumores cutáneos. Y aunque en la mayor parte de las ocasiones no conlleva demasiada importancia, a veces sí puede ser un hallazgo relevante e inductor de confusión, cuando se combinan una lesión benigna con un tumor maligna. Si además estamos hablando de lesiones pigmentadas, hay que ser muy experto para sospecharlo y actuar en consecuencia. La dermatoscopia es un método diagnóstico no invasivo que nos será de gran ayuda en el diagnóstico de estas lesiones.

Tumor de colisión. Foto: Fernando Terrasa (Anatomía Patológica)

La patogenia de los tumores de colisión se desconoce, aunque se barajan dos teorías: la primera sugiere que en una piel dañada (por el sol y los años) es fácil que se induzcan diversas neoplasias; la segunda sostiene que estos tumores se desarrollan debido a una interacción entre las distintas partes del tumor, de modo que uno de ellos estimularía el crecimiento del otro por un efecto paracrino. Personalmente, pienso que en algunos casos, estamos hablando de tumores tan frecuentes que, simplemente, la coincidencia hace que puedan coincidir en el espacio y el tiempo.

En el caso de Feliciano, simplemente nos llamó la atención esa “queratosis seborreica” más oscura que las otras. Al poner el dermatoscopio se veían claramente dos zonas: la inferior, de queratosis seborreica (con sus pseudoquistes córneos) y la superior, que sugería, con sus grandes nidos ovoides, telangiectasias y ulceración, un carcinoma basocelular. Así que procedimos a extirpar la lesión y nuestro patólogo, el Dr. Fernando Terrasa, nos confirmó la presencia de esos dos componentes, como podéis ver en la imagen histológica.

Con todo, seguiremos diciendo que las queratosis seborreicas no se vuelven “malas”, pero si veis alguna un poco más extraña o cambiante, poco cuesta ponerle el dermatoscopio encima.

Si queréis ver algún otro ejemplo, os remito a estos artículos de Actas Dermosifiliográficas de I. Fernández-Canedo o Pedro Zaballos. Hoy nos vamos a las montañas.

Orogonia from Enrique Pacheco on Vimeo.

Bultos blancos en los dedos

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Irene tiene 56 años y una larga lista de problemas de salud: diabética, hipertensa, colesterol y una cardiopatía isquémica que en más de una ocasión le ha dado algún susto en forma de angina. Hoy tiene cita porque su médico nos la derivó hace dos meses por una erupción en las piernas, pero, como a veces pasa en dermatología, el día de la cita ya no tiene nada. En realidad las lesiones le duraron menos de una semana, pero el médico de familia ya le había hecho el volante de derivación e Irene aprovechó la cita en dermatología para comentarnos algunas cosas que le preocupaban.


Imagen dermatoscópica de las lesiones

De todo lo que nos explicó (caída de cabello, manchas, lunares…) lo que más nos llamó la atención fueron unos “bultitos blancos en los dedos de las manos”, o así nos los describió ella, que llevaban ahí mucho tiempo (más de dos años) aunque no le molestaban. Se palpaban algo indurados y los podíamos observar en varios dedos de ambas manos, en los pulpejos, agrupados en algunas zonas.

Cuando Irene vio que le poníamos el dermatoscopio encima, nos empezó a preguntar por esos granitos blancos y si había alguna crema para eliminarlos. Pero antes de contestar a esa pregunta quizá necesitamos algo más de información, ¿no os parece?

Y hoy nos vamos a las Islas Canarias. A Lanzarote, para ser más exactos. Disfrutad del vídeo.

LANZAROTE | THE WONDER from L'oeil d'Eos on Vimeo.

Tofos gotosos: ácido úrico en la piel

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Podría haber titulado este post: “La gota que colma el dedo”, pero era un poco rebuscado. Aparentemente la hiperuricemia tiene poco que ver con la piel, y es que esta enfermedad metabólica tan frecuente (con una prevalencia del 2-13% en la población adulta) se asocia a manifestaciones clínicas diversas, como la litiasis renal o la relacionada con la gota. Esta última se desarrolla en el 1% de los pacientes con hiperuricemia y es la consecuencia del depósito de cristales de urato monosódico en las articulaciones, zonas periarticulares y otras estructuras. Se conoce con el nombre de “tofos” a los agregados de esos cristales en la piel y tejido celular subcutáneo, rodeados de una reacción inflamatoria a células gigantes.

El ácido úrico es el producto final del metabolismo de las purinas y debe ser eliminado a través de la orina. Los valores considerados normales son de hasta 7 mg/dl en el hombre y 6 mg/dl en la mujer, ya que por encima de estos, el ácido úrico puede precipitar en forma de cristales de urato monosódico, desencadenando las diferentes formas de la enfermedad. Además, la hiperuricemia se considera un factor de riesgo cardiovascular. La hiperuricemia puede venir determinada por alteraciones del metabolismo de las purinas presentes en el nacimiento (potenciadas por una ingesta elevada de las mismas y de alcohol), por un exceso de producción (enfermedades hematológicas, psoriasis, obesidad, consumo de alcohol) o por disminución de la eliminación (insuficiencia renal, alcohol, fármacos, etc.).


Si nos centramos en la gota, existen tres presentaciones clínicas: la artritis aguda (generalmente monoarticular, más frecuente en la primera articulación metatarsofalángica), el periodo intercrisis (que puede ser asintomática o provocar dolor o deformidad articular) y la gota tofácea o artritis gotosa crónica, caracterizada por la presencia de tofos que pueden erosionar el cartílago y hueso subcondral.

Desde el punto de vista dermatológico, los tofos pueden manifestarse como nódulos, tofos ulcerados, úlceras crónicas o incluso paniculitis. Normalmente son de color carne (a veces sonrosados o eritematosos), de consistencia firme (no siempre, a veces son blanditos) y “rellenos” de una especie de pasta blanca que corresponde a los cristales de urato monosódico compactados. Las localizaciones más habituales son la bolsa olecraniana, las rodillas y los dedos, así como en zonas traumatizadas. Se pueden ulcerar y drenar ese material espeso y blanquecino y es raro que sean la primera manifestación de la enfermedad gotosa. No es habitual que se infecten. En los dedos pueden presentarse como pequeñas lesiones blanquecinas, como el caso que presentamos esta semana, conocidos como “finger pad tophi”.

El diagnóstico diferencial incluye la calcinosis cutis, los nódulos reumatoideos y los xantomas, y si tenemos dudas la ecografía nos puede ayudar a diferenciar un tofo de un nódulo reumatoide.

En el contexto de un paciente ya diagnosticado de hiperuricemia, el diagnóstico suele ser sencillo, pero siendo estrictos precisaríamos la identificación de los cristales en el líquido sinovial o en las lesiones cutáneas, que se ven como “agujas” y con birrefringencia negativa bajo luz polarizada. La analítica suele demostrar una hiperuricemia, conocida o no, a veces acompañada de leucocitosis y elevación de la velocidad de sedimentación.

Los cristales son solubles en agua, así que si hacemos una biopsia no los vamos a poder ver bajo el microscopio, aunque veremos los “huecos” que habrán dejado en forma de aguja. Sí que podremos ver el infiltrado histiocitario y células gigantes multinucleadas. Si los fijamos en alcohol, sí que se podrán ver los cristales.

El tratamiento de la enfermedad por depósito de cristales de urato monosódico es diferente al del ataque agudo de gota. Para ello es necesario realizar una dieta baja en purinas (evitando el alcohol, vísceras, embutidos y marisco), forzar la diuresis, alcalinizar la orina y fármacos hipouricemiantes. En algunas ocasiones, ante grandes deformidades y alteraciones estructurales articulares, puede ser necesario un tratamiento quirúrgico reparador.

Irene tenía unos niveles de urato de 11,5 mg/dl (había llegado a tener 17,5 mg/dl) y muchas otras comorbilidades con un mal control metabólico que hacían complicado el tratamiento, así que nos limitamos a confirmar el diagnóstico, deseándole suerte a ella y a su médico de familia.

Bueno, pues os dejo con este vídeo, un corto de animación lleno de música. No comáis purinas por encima de vuestras posibilidades, nos vemos el próximo sábado, con un nuevo caso clínico.

The Orchestra from Mikey Hill on Vimeo.
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