Hace pocas semanas, nos realizaron una interconsulta desde pediatría. Se trataba de Erik, un niño de 4 años, quien desde hacía 72 horas había comenzado con un sarpullido en el dorso de las manos. Los padres habían permanecido en casa mientras era poca cosa, pues como decían: “ya estamos acostumbrados a que le salgan cosas, suelen irse en un periquete y si no hay fiebre estamos tranquilos”. Pero en esta ocasión, persistió varios días y se extendió por el cuerpo, principalmente en las piernas. “Ya no parecía una cosa que viene y va”.
En nuestra consulta apareció como podemos ver en las imágenes (con el consentimiento de los padres). Nada más verlo, solo se nos ocurrió decir: “Hola Erik, parece que no has parado de jugar en la sala de espera. ¿Te lo estás pasando bien?”. Teoría que se nos vino abajo enseguida, pues la madre nos explicó que había estado sentado todo el rato y que las mejillas las tenía así desde ayer por la tarde.
Erik era un niño sano, sin antecedentes de interés y muy simpático. No había presentado fiebre en ningún momento ni sensación distérmica. No le costaba respirar y no había tenido vómitos ni náuseas. Como único síntoma tenía una leve congestión nasal. Las mucosas no estaban afectadas y el sarpullido respetaba flexuras, abdomen, espalda y hombros. Durante toda la consulta se portó muy bien, se dejó hacer las fotos y a pesar de tener la cara “como un tomate”, no dejó de sonreírnos.
Aunque a Erik no le molestaran sus mofletes, los padres estaban un poco ansiosos por saber de qué se trataba. ¿Estaba todo relacionado? ¿Por qué insistíamos tanto en los mofletes? ¿Era una cosa de niños que viene y va o era algo más serio?
El caso de esta semana nos lo trae nuestra R3 (casi R4) Carolina Domínguez Mahamud y ella misma estará aquí de nuevo el miércoles con la respuesta.
Os recuerdo que teníamos un sorteo pendiente de resultado. El ganador (ganadora en este caso) ha sido el comentario nº22, que firma con el nombre de Sara. Por favor, envíame un mail al correo de contacto del blog para facilitar la dirección de envío. ¡Enhorabuena!
Seguimos en estado de alarma, sin poder hacer demasiadas cosas. Ganas locas de bucear, así que dentro, vídeo.
Strangest Things from Dustin Adamson on Vimeo.
En nuestra consulta apareció como podemos ver en las imágenes (con el consentimiento de los padres). Nada más verlo, solo se nos ocurrió decir: “Hola Erik, parece que no has parado de jugar en la sala de espera. ¿Te lo estás pasando bien?”. Teoría que se nos vino abajo enseguida, pues la madre nos explicó que había estado sentado todo el rato y que las mejillas las tenía así desde ayer por la tarde.
Erik era un niño sano, sin antecedentes de interés y muy simpático. No había presentado fiebre en ningún momento ni sensación distérmica. No le costaba respirar y no había tenido vómitos ni náuseas. Como único síntoma tenía una leve congestión nasal. Las mucosas no estaban afectadas y el sarpullido respetaba flexuras, abdomen, espalda y hombros. Durante toda la consulta se portó muy bien, se dejó hacer las fotos y a pesar de tener la cara “como un tomate”, no dejó de sonreírnos.
Aunque a Erik no le molestaran sus mofletes, los padres estaban un poco ansiosos por saber de qué se trataba. ¿Estaba todo relacionado? ¿Por qué insistíamos tanto en los mofletes? ¿Era una cosa de niños que viene y va o era algo más serio?
El caso de esta semana nos lo trae nuestra R3 (casi R4) Carolina Domínguez Mahamud y ella misma estará aquí de nuevo el miércoles con la respuesta.
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