Lara tenía 20 años cuando acudió a nuestra consulta. Tenía bastantes lunares, y aunque no tenía otros factores de riesgo ni antecedentes familiares de cáncer cutáneo, su médico nos la remitió para una revisión rutinaria.
Pero en cuanto se quitó la ropa, nuestros ojos fueron directamente a fijarse en la piel del cuello, y luego, ya con más detenimiento, en la de las axilas. Tenía la piel como “abollonada”, con unas pápulas agrupadas de color algo anaranjado, en esas localizaciones, de distribución simétrica. Cuando le preguntamos, nos dijo que tampoco era nada raro, que lo tenía desde siempre, y que su padre y una hermana suya tenían algo parecido, que nunca le habían dado importancia ni habían consultado por este motivo. Ella venía a que le mirara los nevus con esa lupa especial que tenemos los dermatólogos.
Los lunares de Lara eran normales y no llamaban la atención, así que volvimos a centrarnos en esas extrañas lesiones del cuello y axilas.
Teniendo en cuenta que no le molestaban en absoluto y que venía por otra cosa, ¿qué actitud hubiese sido la correcta? ¿Correr un tupido velo? ¿Una biopsia? (si es así, algo tendremos que explicarle) ¿Pedimos una interconsulta a otro compañero? ¿Hacemos venir a toda la familia?Os he dado demasiadas pistas, así que esta semana no tenéis excusa. Espero vuestros comentarios antes del miércoles, momento en el que como siempre, podréis consultar la respuesta.
Mientras tanto, vamos a explorar lo que no se ve, con un vídeo grabado a base de agua, tintas y aceite, en un escenario de sólo unos pocos centímetros cuadrados.
STREAM - Explore The Unseen from Roman De Giuli on Vimeo.
Pero en cuanto se quitó la ropa, nuestros ojos fueron directamente a fijarse en la piel del cuello, y luego, ya con más detenimiento, en la de las axilas. Tenía la piel como “abollonada”, con unas pápulas agrupadas de color algo anaranjado, en esas localizaciones, de distribución simétrica. Cuando le preguntamos, nos dijo que tampoco era nada raro, que lo tenía desde siempre, y que su padre y una hermana suya tenían algo parecido, que nunca le habían dado importancia ni habían consultado por este motivo. Ella venía a que le mirara los nevus con esa lupa especial que tenemos los dermatólogos.
Los lunares de Lara eran normales y no llamaban la atención, así que volvimos a centrarnos en esas extrañas lesiones del cuello y axilas.
Teniendo en cuenta que no le molestaban en absoluto y que venía por otra cosa, ¿qué actitud hubiese sido la correcta? ¿Correr un tupido velo? ¿Una biopsia? (si es así, algo tendremos que explicarle) ¿Pedimos una interconsulta a otro compañero? ¿Hacemos venir a toda la familia?Os he dado demasiadas pistas, así que esta semana no tenéis excusa. Espero vuestros comentarios antes del miércoles, momento en el que como siempre, podréis consultar la respuesta.
Mientras tanto, vamos a explorar lo que no se ve, con un vídeo grabado a base de agua, tintas y aceite, en un escenario de sólo unos pocos centímetros cuadrados.
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